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Sobre Alicia Barney

 

Un arte para los años ochentas

Álvaro Barrios | 1980

   

Alicia Barney: el paisaje alternativo

Miguel González | 1982

 

El paraíso perdido

Álvaro Herazo | |1982

   

En el proceso regional de la biovanguardia

José Hernán Aguilar | 1984

 

En el proceso regional de la autobiovanguardia 

José Hernán Aguilar | 1985

 

Sobre "Aves en el cielo"

José Hernán Aguilar | 1993

 

Alicia Barney - Aves en el Cielo

María Teresa Guerrero | 1993

 

Texto a propósito de la exposición “Pulsiones”

Miguel González | 1993

 

Texto a propósito “comportamiento del paisaje VII

festival internacional de arte de Cali”

Miguel González | 1995

 

Zoom Alicia Barney

Carlos Jiménez | 1999    

 

Conversación con Alicia Barney Caldas

Revista Errata #10 | 2014

 

Yumbo, Alicia Barney

María Belén Sáez de Ibarra | 2014

 

La secta de los artistas olvidados

Lucas Ospina | 2014

 

Conversación con Carmela

Carmen María Jaramillo | 2016

 

Ponerse en sincronía con el Otro:

la poiética de AliciaBarney Caldas

Lars Bang Larsen | 2018

Alicia BARNEY: En el país de las maravillas

Emilio Tarazona | 2020

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CONVERSACIÓN CON ALICIA BARNEY CALDAS

Revista Errata #10, 2014

Para esta décima edición en la revista Errata# nos propusimos tratar el tema de los debates ambientales que surgen de las prácticas y el activismo artístico reciente, bien sea para denunciar y visibilizar el fracaso y desastre de los modelos desarrollistas o bien para buscar alternativas sostenibles de los recursos naturales que involucren a la comunidad. Alicia Barney Caldas es pionera en estos debates en el arte colombiano, así que consideramos muy oportuno abrir este espacio para hablar sobre su trabajo artístico.

 

Errata#: Para situarnos en el momento actual, ¿qué opina del modelo de recolección de basuras en Bogotá por parte de una empresa pública, tema central de una posible revocatoria del alcalde Gustavo Petro?

 

Alicia Barney: Quisiera dar una respuesta pertinente a los reales orígenes de esta problemática —léase Petro y nuestras basuras— citando a Toritto, un bloguero:

 

Cosas que encuentro interesantes:

 

Se estima que la población humana de la Tierra era de 200 millones de habitantes para la época del nacimiento de Cristo.

 

Se estima que la población de la Tierra era de 310 millones para cuando Carlomagno fue coronado en el año 1000.

 

La población de la Tierra no sobrepasó los mil millones hasta después del año 1800.

 

Cuando yo era un niño, en 1950, la población era de 2.500 millones.

 

La población de la Tierra alcanzo 6.100 millones en el año 2000.

 

La población de la tierra llegó a 6.454 millones en el 2005.

 

En el transcurso de mi vida la población total se ha más que duplicado. Hoy hay más de dos personas caminando por ahí, por cada persona que vi cuando tenía diez años. Y todos necesitan comida, abrigo, educación, transporte, trabajo, etc.

 

En los últimos cinco años hemos añadido más personas que las de la población entera de la tierra en el año 1000.

(Toritto 2009; la traducción es mía)

El mismo bloguero explica que no se necesita ser un científico o un economista para entenderlo: que en los últimos doscientos cincuenta años incrementáramos de modo alarmante las cantidades de CO2   bombeadas a la atmósfera por carros e industrias sin que ello tenga consecuencia alguna es sospechoso. La idea de que podemos continuar reproduciéndonos en cantidades como venimos haciéndolo y aspirar todos a un nivel de vida más alto cada vez es sospechosa también. Y dice al final: « ¿Yo preocuparme? Ya soy lo suficientemente mayor para que el planeta se ponga demasiado caliente, o para que se acabe el petróleo en lo que me queda por vivir» (2009).

 

E#: En Cali, en el 41° Salón Nacional de Artistas (2008) tuvimos la oportunidad de ver la obra Yumbo, una instalación de treinta cajas de vidrio que contenían el aire contaminado de este municipio vallecaucano. Y recordamos que Juguete de las hadas es una de sus últimas muestras individuales realizada en 1998, en el Museo de Arte de Pereira y en el Museo La Merced de Cali. ¿Por qué no hemos vuelto a ver una exhibición individual o una antología de su obra?, ¿qué trabajo desarrolla en la actualidad?... ¿Hacia dónde miran sus preguntas y sus investigaciones hoy?

 

AB: Debo aclarar que en el Salón del 2008 se mostraron dos versiones de Yumbo con veintiocho años de diferencia entre ellas. Ambas se encuentran en el Museo de Arte Moderno La Tertulia. La primera fue realizada en 1980 y estuvo almacenada en el MAMBO cerca de veinticuatro años. Al requerirla para el Salón solo se encontraron la mitad de las cajas, lo que subraya la necesidad de expansión del museo y el hecho de que alberga precariamente su patrimonio. Aún teniendo en cuenta las numerosas objeciones, sigue siendo importante ubicar esas obras, pues arruinarlas, como arruinar la naturaleza, no es una práctica idónea. El Yumbo que realicé en el 2008 aún permanece completo y muestra que el problema de la polución en ese municipio no ha cambiado.

Mi última exposición fue en el desaparecido Espacio vacío, curado por Jaime Iregui, donde mostré las flores del mal, Hongos y Voladores. Durante estos últimos años me he dedicado a prácticas, desarrollos, estudios e investigaciones de índole personal. He experimentado un rechazo visceral hacia el mundo del arte, que se encuentra poblado por numerosos personajes como el pomposo y vanidoso emperador con su traje inexistente, que para nada enriquecen mi tránsito vivencial.

 

E#: Durante su época de formación profesional en Bellas Artes en el College of New Rochelle (Nueva York) y en la maestría en Bellas Artes de Pratt Institute (Brooklyn, Nueva York), ¿qué conceptos o ideas marcaron un derrotero para su trabajo?

 

AB: Realicé mis estudios hace ya muchos años, los recuerdo como viviendo en un estado delirante de gran angustia y gran felicidad. Sí, las contradicciones siempre han tenido cabida en mi vida. Me sentía muy viva, descubriendo el mundo y el arte. Para mí el arte debía estar imbricado en la vida y, como en ella, debía florecer su cualidad transformativa a través del artista-chamán. Esta es una idea de Claes Oldenburg y su Tienda, obra sobre la cual leí mientras trabajaba en el Diario objeto I y con la cual me identifiqué inmediatamente; porque al recolectar los objetos yo sentía su llamado como si fueran mágicos. Esta íntima relación con el objeto estaba también sustentada en mi hiperagudo sentir sobre la imposibilidad de comunicación real entre los humanos.

 

E#: ¿Considera que desde el arte se puede hacer activismo ambiental?

 

AB: Primero debo llamar la atención sobre las obras Rio Cauca y Yumbo, en su intención activista. Veinticinco años después el agua del río continúa siendo la de una cloaca y el aire de Yumbo continúa causando enfermedades respiratorias no solo a sus habitantes sino a los caleños que viven al norte. Esto me lleva a pensar que el arte definitivamente es un fracaso como vehículo activista.

 

Sería maravilloso que tanto desde el arte, como desde el ámbito privado, se pudiera hacer activismo ambiental. Sin embargo, detrás del activismo esta el activista. Es bastante común que por la urgencia de los problemas y la extrema sensibilidad de los activistas el resultado sea un fervor exacerbado que tiende a la falta de sutileza: prácticas como levantar el dedo, señalar, sermonear, acusar, poner en la palestra las odiosas luchas de poder, no le hacen ningún bien a la causa del planeta. Estas prácticas son contraproducentes, pues empujan al público a la autocomplacencia, causan su ceguera, pereza y desinterés. Y además tienen el efecto de convertir al activista en un ser desesperado, frustrado, amargado y furioso. Lo sé por experiencia: furia es lo que siento cuando veo que la única persona con bolsas reutilizables en el mercado soy yo.

 

Encuentro que la línea entre civilización y barbarie es muy fina. ¿Podrá este exitoso depredador discernir entre civilización y barbarie?

 

E#: En una entrevista de 1983 que sostuvo con el crítico de arte Miguel González para la revista Contrastes del diario El Pueblo de Cali, frente a la pregunta «¿Cómo se clasifica?», usted respondió: «No quiero etiquetarme porque no deseo repetirme. No soy de los que buscan argumentos y luego deciden hacer variaciones toda su vida». Ahora, viendo su obra en perspectiva, ¿cómo se ve o se asume a sí misma?

Su obra ha sido catalogada como conceptual, ¿está de acuerdo con esa clasificación?, ¿ha encontrado una forma particular de nombrar o concebir su trabajo?

 

AB: Definitivamente las etiquetas me parecen mezquinas y me son odiosas. Me veo como un ser vivo, cambiante, en constante desarrollo. El arte es un aspecto del desarrollo vital de un artista y su producción debería ser totalmente permeable a los cambios de su vida y entorno, ser capaz no solo de absorber sino de verse transformado por ellos. El estilo lo entiendo como una fórmula reduccionista propia de artistas que imponen su marca, sus «ideas» al mundo. Como artista he producido a nivel puramente formal obras muy variadas, usando distintos materiales y técnicas; sin embargo, el hilo conductor siempre ha sido el mismo; he estado expresando las pautas que me han dictado las distintas maneras de aproximarme a la naturaleza – a veces enfocando problemas puntuales, como en Yumbo y Río Cauca—. Para tranquilidad de aquellos exageradamente racionales, quienes prefieren catalogar (la categoría es de índole externa y no inclusiva de todos los factores que constituyen una obra de arte) antes que vivir-fluir, no hay duda de que en su aspecto puramente formal el Río Cauca y Yumbo son obras conceptuales. Posteriormente me aparté de este lenguaje formal por considerar que no encajaba plenamente con el entorno colombiano, donde la tecnología es importada. Ese aspecto visual limpio y emocionalmente distante no reflejaba ni era honesto con el lugar donde las obras eran realizadas.

 

En el Juguete de las hadas de 1997 —una obra que fue bordada en su totalidad por cuatro maravillosas mujeres en mi casa-taller durante casi un año—, el énfasis formal está en lo artesanal. En esta obra pretendo sintetizar una problemática muy amplia, abordando la explosión demográfica desde la población, reproducción, sexualidad y ritualización, y su lugar dentro de modelos económicos. Por ejemplo, en Occidente, luego del Imperio romano el matrimonio tuvo su primera implementación desde el siglo IX al XII al norte de Francia, a través del subterfugio de la confesión; una práctica que la Iglesia católica utilizó para controlar desde la intimidad las uniones de los primeros violentos y muy sexuados caudillos feudales, y así consolidar las sucesiones de sus feudos, con obvias consecuencias económicas. El Juguete, con su forma fálica cubierta por un de traje de novia, bordado con más de cinco mil perlas, ha sido reducido únicamente a su aspecto sexual, lo cual reitera mi tesis de la imposibilidad de comunicar.

 

Otras obras que hice luego, con la intención de capturar la actitud de los indígenas prehispánicos hacia su entorno natural y su producción de objetos rituales como objetos mágicos, las hice en un estilo realista, utilizando objetos reales, como el caparazón de armadillo en el Objeto precolombino II (a) de 1990; o La Requisa, obra en que ensamblé varios metales y mazorcas con dientes humanos en acrílico y donde el tema es el hambre. A esta obra le cuestionaron la ortografía, le colocaron un bombillo en medio, le robaron cuatro mazorcas y recientemente copiaron la idea sin darme crédito. Pero nunca les interesó a los curadores y críticos de la época que la pieza fuese sobre el hambre.

 

Así, veo mi obra como una manera de hacer camino lentamente y a conciencia, donde cada pieza es un hito, producto de una búsqueda siempre actuante y transformadora. Ninguna está sujeta a un estilo; responden más bien a un afán de comprender la relación del humano con la naturaleza, en el contexto del avance continuado hacia la destrucción del planeta como lo conocimos.

 

E#: En 1977 culminó sus estudios de maestría y al año siguiente presentó en Cali Diario objeto, un trabajo autobiográfico sobre su experiencia como recolectora de objetos que le atraían. Luego vendrían Yumbo (1980), Río Cauca (1981) y Estratificaciones de un basurero utópico (1981). En esos años, ¿cómo era contexto de recepción de su obra en Colombia?

 

AB: Los objetos del Diario objeto I y II fueron recolectados como objetos mágicos y yo actuaba como artista-chamán. Estos diarios fueron realizados espontáneamente y al poco tiempo encontraron su conexión con la obra de Claes Oldenburg La Tienda. La recepción del Diario objeto, expuesto por vez primera en la biblioteca de la Universidad del Valle, fue algo compleja, si consideramos la intervención del público, que puso insultos escritos en papelitos o directa­mente en la obra. Posteriormente dos Diarios fueron expuestos en el 28° Salón Nacional en Bogotá, y entonces fueron colgados (escondidos, realmente) en un panel de cara a la entrada del baño, en la sala del Museo Nacional. Cuando expuse Río Cauca en el museo La Tertulia de Cali, recuerdo un silencio que se oía. La muestra de Yumbo fue agraciada con una visita de dos o tres agentes del DAS, o su equivalente en esa época. El tono amenazante e intimidatorio que usaron conmigo se convirtió en atolondramiento cuando les expliqué que el viento movía el aire, y que a los dueños (suizos) de Cementos del Valle, eventualmente les llegaría a su isla privada en el Caribe el aire poluto de sus fábricas. Siete de los diez tubos de Estratificación de un basurero utópico, de 1987, fueron destruidos durante el montaje en el Festival Internacional de Arte en Medellín; y se demoraron casi tres años en pagarlos a un precio de costo. Parece que en Bogotá gustaron, y vendieron uno que nunca me pagaron.

 

E#: Nos gustaría que nos hablara sobre el periódico El Ecológico, ¿cómo surgió esta idea y cómo circuló en su momento?

 

AB: El Ecológico se realizó entre 1981 y 1982, y no circuló como un periódico comercial, sino como obra de arte en formato de periódico. Publiqué diez números, de cuarenta páginas cada uno, y los ejemplares fueron expuestos en museos y galerías. Cuando realicé el Diario objeto había tres diarios conformados exclusivamente por textos. Al regresar a Colombia continué recortando textos y fotos de periódicos hasta que su cantidad resultó inmanejable y contraté a Jorge Cachiotis, estudiante de historia, para hacer su clasificación en veinte temas opuestos bajo los rótulos «En peligro de extinción» y «Sin peligro de extinción», para adherirlos a páginas editoriales de periódicos reales. El resultado es un catálogo de los registros de la vida diaria que hace un periódico (comercial), tanto de las tragedias como de lo frívolo, de la guerra a las reinas de belleza. Este señalamiento sin maquillaje de la realidad no fue bien recibido en su momento. Por su parte, Las flores del mal, Hongos y Los voladores, del 2002, también realizados con recortes de revistas y envueltos en asépticas bolsas plásticas, registraban la violencia a escala mundial.

 

E#: Yumbo y Río Cauca están vinculadas con el alto índice de polución de Yumbo, conocida como la «Ciudad Industrial» del Valle del Cauca, y con la contaminación del río Cauca, entre otras razones, por el impacto de las aguas residuales que han provocado cortes en el abastecimiento de agua potable de Cali. Esta situación no ha cambiado en la actualidad. Cuando empezó a trabajar en estas dos obras, ¿qué situaciones movieron su atención hacia estos dos territorios del departamento?, ¿cómo fue el trabajo interdisciplinario para llevar a cabo Río Cauca?

 

AB: Me gustaría aclarar que geográficamente al río Cauca le es imposible abastecer de agua a Cali. Los ríos Cali y Pance --y si no estuviera muerto (casi) el río Dapa— son por su ubicación y altura sobre el nivel de Cali los que abastecen la ciudad. Hace muchos años también se contaba con las quebradas de Cañas Gordas y del Lilí, entre otras, que proporcionaban agua potable y oxigeno al río Cauca. Hoy, debido a la construcción de barrios muy grandes, estas quebradas han desaparecido. El desabastecimiento de agua que hay en la ciudad obedece a la deforestación de las montañas, por un lado, y al exceso de demanda, por el otro. Me gustaría hacer un énfasis: el río Cauca es una cloaca desde hace unos treinta años. Entonces las situaciones que me movieron a realizar estas obras son muy sencillas: el río se veía mal, y el aire se veía y olía muy mal. Y yo no era indiferente.

 

El trabajo interdisciplinario fue muy difícil, pues en esa época no se aceptaba que el arte podía realizarse en grupo. En la Universidad del Cauca me hicieron un juicio académico promovido por los estudiantes que consideraban que el arte era una expresión individual, y que era una herejía de mi parte ponerles trabajos en grupo. El trabajo fue muy peligroso, pues nos metimos en la cloaca llamada río sin ninguna protección; una irresponsabilidad de mi parte. El fotógrafo desertó después de la primera expedición y yo asumí como fotógrafa. El biólogo sí aguantó hasta el final, pero una semana antes de la exposición no quería darme los resultados, pues decía que no los encontraba. En retrospectiva, pienso que lo habían allanado, aunque su explicación sobre el caótico desorden era un divorcio. El caso es que yo, siempre cuidadosa, copiaba sus notas in situ, por lo tanto le pedí que las avalara. Fue una obra muy desgastante porque yo hacía casi todo. Y probablemente los problemas de salud que tengo hoy me los gané en el río.

 

De Yumbo tengo el mismo recuerdo: luchar sola en medio de un desierto.

 

E#: ¿Qué opina de los espacios de circulación y las galerías de arte actuales?

 

AB: Veo a gran parte de la academia como un oasis paradisiaco en medio del caos. Mientras los imperios se desmoronan, las cartas van y vienen de Alejandría a Bizancio preguntando por asuntos tan vitales como cuántos ángeles atraviesan... Veo a los críticos y teóricos de la academia usando palabras y palabras de significados remotos, ajenos a la urgencia, utilizando hojas y hojas, papel y papel, sin nunca tomar conciencia de cuántas hectáreas de selva virgen son arrasadas hora tras hora en la Amazonia.

 

Los bienes, como cualquier mercancía, tienen su espacio en el arte.

 

El arte por el arte, el lucro por el lucro. El arte manejado en ferias, subastas, galerías, espacios perfectamente afines al andamiaje consumista y destructivo, no solo del planeta sino del alma; sí, dije del alma. Debo aclarar que, para mí, dios no es antropomorfo y no tiene nombre, pero sí creo en un aspecto no material de la vida. No sé si a la academia le interese que en una feria reciente en Miami se haya vendido una pizza en yeso, de dos metros de diámetro, por unos 270 mil dólares, o la millonaria subasta de la obra de Óscar Murillo; o que Amazon inaugure una nueva plataforma de venta de arte al menudeo, una galería virtual de arte. Yo pregunto, ¿qué es una pizza de yeso gigante y costosa —aunque excitante, pues despierta la codicia que todos poseemos—para vendedores y compradores de arte, al lado la desaparición de unos animales salvajes que por lo demás nunca hemos visto y por lo tanto no nos harán falta? Si queremos podemos apreciarlos en un zoológico, esa parodia de la naturaleza con sus animales prisioneros en hábitats artificiales. La carencia de espacio para la vida salvaje es evidente. Basta con observar la cantidad de animales concebidos en cautiverio que son rechazados por sus madres. En el otro lado del espectro, los criaderos de martas, caimanes y otros, indican que la clonación pronto será tan aceptada y corriente como la vimos en Blade Runner; la vida imitando al arte.

 

E#: ¿Qué quisiera agregar, qué temas habría que incluir acá, pensando en que la historia de los debates ambientales es también la historia del fracaso y el desastre?

 

AB: De la codicia, la autocomplacencia...o muy al contrario: asumir la responsabilidad. El deseo de tener y tener más, consumir continuada y acumulativamente se remonta a la antigüedad y ha sido el motor del proverbial progreso; pero como la monedita tiene dos caras, en estos tiempos de crisis para el planeta es urgente asumir responsabilidades en relación a cómo apropiarnos de estos bienes, observando y conociendo nuestra vocación a la comodidad individual, para controlarla en nosotros mismos por el bien de todos.

 

Los que antes fueron insultantes, pero efectivos artilugios, como los espejitos usados por los españoles para seducir y atrapar a sus víctimas, hoy en el mercado aparecen como una cornucopia derramada en vitrinas y calles. Antes la víctima fue la inocencia, hoy es —y a veces parecen intercambiables— la autocomplacencia. La perenne baratija de ayer hoy cumple un papel similar, como es el caso de los coloridos zapatos de plástico, bien gruesos, eso sí (léase indestructible), Made in China. Se crean ilusiones y deseos para satisfacerlos rápida y fácilmente, pero siempre y efectivamente distrayendo las conciencias, haciéndole juego a la autocomplacencia.

 

La idea es que el 99% compre mucho más de lo que necesita, aprovechando así su característica codicia, igual a la del 1%. Los espejitos convertidos en una maquinaria bien aceitada por la publicidad. La manipulación de la conciencia es tal, que lo que se veía venir ya casi está aquí: colonias en Marte pescando voluntarios que antes de asumir su responsabilidad por el planeta prefieren hacer parte de experimentos para preparar el terreno que los miembros del 1% —quienes después de hacer invivible la Tierra encontrarán segura su escapatoria—.

 

Muchas palabras y precioso tiempo se usan para discutir y relacionar la ética, la política y la moral. Propongo que seamos más directos y eficaces, y simplificando, hablemos de asumir la responsabilidad. Estas palabras tienen connotaciones desagradables para nuestra comodidad, pero no tiene por qué ser así. Basta con ver a los «amigos de la Tierra» cuando se preparan para celebrar el solsticio de verano, retornando a antiguas costumbres con coronas de flores y racimos de frutas para celebrar la vida, pues esta no se encuentra en el mundo estéril de la codicia.

 

Para unos pocos conscientes, quienes asumen la responsabilidad sobre su salud y su vida, los jardines urbanos son una solución al problema de espacio y seguridad alimentaria. Parece una solución sentimental comparada con las miles y miles de hectáreas invadidas por las semillas transgénicas, sembradas por el viento, y que hacen obsoleta la polinización de las abejas y los murciélagos. Recientemente las poblaciones de estos animales se han visto afectadas por los químicos presentes en los pesticidas, fabricados por las mismas empresas cuyos altos ejecutivos son miembros del gobierno que les permite operar. Sin embargo, las recientes manifestaciones en defensa de las abejas lograron suspender la producción de al menos tres pesticidas. Un ejemplo de lo que se logra cuando la gente celebra la vida y no lo que se compra con la monedita.

 

En los años sesenta del siglo pasado los científicos alertaron sobre la «explosión demográfica». Ahora esta expresión ha salido de circulación y es borrada del vocabulario por los dictados de lo políticamente correcto. Las conciencias fueron compradas para poner en duda lo que antes quedara demostrado ampliamente. Hoy corren el mismo riesgo la ecología, lo verde, y un caso reciente es el del calentamiento global, con sus no creyentes que por estos días se están calentando a unas temperaturas nunca antes registradas.

 

Los problemas que afectan el equilibrio del planeta son más bien pocos, pero su efecto es devastador:

 

La explosión demográfica condena a las grandes poblaciones de la Tierra a la pobreza; la corrupción, que campea sobre todo en el tercer mundo, y la inexistente o pésima educación, eternizan esa pobreza.

 

El saqueo imparable de los recursos no renovables es perpetuado por la concertación bien aceitada de la máquina publicitaria, que viene cooptada por los intereses del 1% y astutamente los difumina entre el 99% en una bruma que apela a nuestra complacencia. «No es la conciencia de los hombres la que determina su existencia sino su condición social lo que determina su conciencia», dice Robert en Masculin fémenin de Godard (citando a Roud 1968)... yo añadiría: también su característica codicia.

 

El más exitoso depredador del planeta es depredador de su propia especie.

 

Los diversos sistemas de gobierno han sido cooptados por la misma usura. La democracia, un sistema que busca equilibrio entre el gobierno y los gobernados, en todas partes se ha mostrado imperfecta. La deplorable educación que los gobiernos proveen a sus gobernados perpetúa la inhabilidad para que la conciencia se desarrolle y se pueda vivir más allá de la primaria lucha por la subsistencia. Esto no es ningún accidente, es parte del plan maestro del            y su pirámide: bancos, gobierno, medios masivos de persuasión y fuerzas armadas de coacción; esta última ahora más amplia gracias a la figura del terrorismo, donde tales fuerzas pueden ser usadas dentro del sistema democrático y contra sus propios civiles. Tanto el capitalismo como el comunismo son culpables de este estado de cosas. Ambos sistemas son un fracaso para la masa humana y ambos históricamente han favorecido a unos pocos en las élites. Ambos han promovido guerras, ya sea fratricida o conquistadora. Las ideologías de izquierda son ampliamente culpables, como lo demuestran las inmensas masacres perpetradas por Stalin contra su propio pueblo; o en Camboya donde el régimen de pol pot de los Jémeres Rojos implementó como objetivo de destrucción a sus connacionales ¡lustrados. La Revolución cultural de Mao, con intenciones similares, produjo más muertos que las dos guerras mundiales del siglo XX. La extrema izquierda parece promover la paranoia y el canibalismo, atacando a sus propias poblaciones. Hoy, sin embargo, están demasiado ocupados produciendo bienes de consumo a cualquier costo, incluido el ambiental: en las fotos panorámicas de cualquier gran ciudad de China una bruma oscura opaca por entero el horizonte.

 

Actualmente la respuesta alternativa son los grupos que abrazan la vida desde lo comunitario. Es el caso de las ONG, que se han multiplicado sin precedentes en las últimas décadas y abordan tareas específicas obteniendo con frecuencia resultados positivos. En algunas áreas parecen tener más éxito que las bien intencionadas mediaciones de extraños —como las de la ONU en otras épocas—. Tanto las manifestaciones multitudinarias como los movimientos étnicos, cuando se suman, son una sombrilla más amplia y efectiva ante la búsqueda de un equilibrio que frene la destrucción.

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Referencias

Roud, Richard. 1968. Jean-Luc Godard. London: Secker & Warburg.

 

Toritto. 2009. Comentario en foro en línea sobre el artículo «Obama Marks Earth Day at Iowa Wind Tower Plant» In The Washington Post. posted 22 April. Available at;

<http://voices.washingtonpost.com/44/2009/04/22/obama_marks_earth _ day _ at _iowa.html> accessed- Aug 20, 2013.

 

 

 

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